La Renovación Carismática Católica es una de las tantas bendiciones dadas por Dios en respuesta a la oración del Papa Juan XXIII; y es el Espíritu Santo el principal motor, el cual da sus dones, sus frutos, etc., pero los da para extender el Reino de Dios, para edificar la Iglesia.
Así sea repetido en las familias cristianas el cuadro de los apóstoles reunidos en Jerusalén después de la Ascensión de Jesús al Cielo, cuando la iglesia recién nacida, estaba unánime en comunión de pensamiento y oración con Pedro y alrededor de Pedro, el pastor de los corderos y de las ovejas; y que el Espíritu Divino se digne en contestar de la manera mas consoladora la oración que diariamente a El desciende de todos los rincones de la Tierra: renueva en nuestros tiempos tus maravillas como un nuevo Pentecostés y concede que la Santa Iglesia, manteniendo unánime una oración continua, con María, Madre de Jesús, y bajo la dirección de San Pedro, aumente el Reino del divino Salvador, el Reino de verdad y de justicia, de amor y de paz, amen>> S.S. JUAN XXII (Humanae Salutis).
les concediera una renovación y que el vacío –que sus esfuerzos humanos había dejado- fuese llenado de la vida poderosa del Señor Resucitado. Cada día los hombres rezaban unos por otros el “Ven, Espíritu Santo.”
El sábado 4 de marzo de 1967 un grupo de unos 30 estudiantes universitarios se reúnen en la casa de Kevin y Dorothy Ranaghan. Un profesor de Pittsburgh comparte lo sucedido en Duquesne y el 5 de marzo el grupo entero pide oración para tener una nueva efusión del Espíritu Santo con sus Dones y sus Frutos, para que así sus vidas fueran más plenamente cristianas. La respuesta no se hizo esperar; ante todo experimentaron un profundo cambio interior: fueron hechos “hombres nuevos,” pero también recibieron carismas del Espíritu Santo para dar –con audacia- testimonio de Jesús Resucitado en el mundo actual.
Pasada la Semana Santa se organiza en Notre Dame un retiro, con el fin de discernir que es lo que Dios esta queriendo a través de estos acontecimientos. Asisten unas ochenta personas, 40 de Notre Dame, entre estudiantes, sacerdotes y profesores; y otros 40 de la Universidad de Michigan State.